Si seguimos a este paso, la medición de la profundidad de campo, la elección de la velocidad de obturación en relación con el diafragma adecuado, medición matricial o puntual serán ámbitos de estudio exclusivo sólo para arqueólogos fotográficos. Ya no queda mucho para que se arme esta nueva profesión que estudie todo ello como una antigüedad reciente, no?. Aunque todo esto suene a broma, no lo es en parte. Actualmente no hace falta saber demasiada técnica para realizar una fotografía. Y tampoco hace falta tener conocimientos de elementos químicos y cuartos oscuros para revelar.
Suena peyorativo, Pero desde este punto de vista, la fotografía no es lo misma de antes y eso lo sabemos muchos de los que la queremos.
Tampoco deseo ser despectivo con la gente que realiza imágenes para su diversión. Cada uno en lo suyo. Pero todo este prolegómeno es para decirles que la fotografía seguirá viviendo si se la respeta como un lenguaje tan válido como el de la literatura, el cine o la radio. Pero para que esto suceda debemos tener una mirada amplia y estar en consonancia con el hoy de la fotografía. Y todo ello es complejo y difícil de explicar en unas pocas líneas.
Para mi, el hoy es verle la parte positiva en donde, a veces, no la hay. Por ejemplo, como a mi me gusta realizar fotografías de calle, el desembarco de la fotografía digital ha sido todo un lujo ya que me permite trabajar en situaciones de poca luz y si la cámara es medianamente buena, realizo imágenes sin ruido perceptible con sensibilidades de 800 ASA o, en algunos casos, a más.
Y como los equipos cada vez son más ligeros, me convierto en un discreto recolector de imágenes que vaga por horas por las calles sin que me presten atención.
Pero me olvidaba de lo más importante. Recién hablaba de lenguaje y desde ese punto de vista, las cámaras son sólo jugadores que están en el banco de suplentes.
Ya que lo que importa es como, donde, cuando y porque realizo esas imágenes. En otras palabras: entran en juego la luz, composición, el contenido, las formas y las líneas. De esa manera, los fantasmas de la historia fotográfica cobran vida y esto no se aprende con una cámara de última generación. Se aprende con educar la mirada. Y saber observar implica también repasar lo que han realizado los grandes fotógrafos. No para copiarlos sino para entender el lenguaje fotográfico. Y esta es otra cuestión.
Para mi contar una historia en imágenes es como realizar un cuento o una novela y, en este sentido, la fotografía de calle se emparenta con la poesía. Son como pequeñas gotas visuales encontradas, abiertas a la interpretación del espectador cómplice de las mismas.
Es toda una alegría para mi llegar a casa aunque sea con una buena imagen. Si retornas con dos, festejalo con una buena cena junto a tu familia y si llegas con tres, publica un post como el que estoy haciendo yo con las fotografías que encontré en mis paseos urbanos realizados el fin de semana pasado. Hasta pronto!!
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