Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Pasear, detenerse


El caminar, no solo es bueno para la salud. También es útil para deambular por la ciudad junto con una cámara. 
En ese sentido, vivir intensamente ese caminar, incentiva la curiosidad y el sentido crítico. Por eso, no encuentro otro método más eficaz para conocer,  de una manera pausada, un territorio, su atmósfera, su gente, y su luz.


(c) Mark Cohen


Este ansia de explorar una ciudad mediante un caminar crítico me lleva, en muchos casos, a conocer espacios públicos al margen de los circuitos turísticos
Esta idea resulta fundamental para comprender “la otra cara” que se llena de nuevos significados. En ese contexto, la fotografía de calle, entendida así, revitaliza con sentido crítico, un documento simbólico de una ciudad poco probable de ser vista sino se "la camina", si no se la explora con intensidad en todos sus laberintos urbanos.


Este año, salí a caminar por los barrios periféricos de Essaouira  y descubrí otra ciudad.


Hace poco me llegó a casa, un nuevo libro de Francesco Careri: Pasear, detenerse, que bien puede servir para introducirse de una manera reflexiva sobre la experiencia de la pausa, del detenerse en ese andar que para este gran epistemólogo italiano es como un instrumento cognitivo y creativo capaz de transformar simbólica y físicamente el espacio.




Hasta pronto!


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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Ventanas de conocimiento


Sabemos perfectamente que hacer una fotografía es intentar resolver un problema visual a través del rectángulo de la cámara. Sin embargo, qué es lo que incluimos y lo que excluimos de ese encuadre son decisiones sumamente importantes que nacen de nuestra capacidad cognitiva, en nuestras cabezas. “Nosotros somos la mejor cámara” dicen algunos y yo estoy de acuerdo con ello.
Así, a través de ese encuadre, aislamos un instante, una emoción irrepetible de nuestro entorno. Y todo ello me produce una sensación íntima, intransferible, personal sobre el maravilloso acto fotográfico. Y,  si a partir de ello, se abre otra ventana, otro encuadre, se entabla una relación más compleja, más profunda que me atrae muchísimo.


(c) Tim Hetherington, Hospital de Tubmanburg, liberia 2003

El otro día me encontré con una fotografía de Tim Hetherington que me remite a todo ello. El contraste entre los dos encuadres es brutal, dos estados opuestos, uno simboliza la vida y el otro la muerte. Una manera muy simple de representar el entorno en donde se encuentra el fotógrafo y cuantas cosas nos hablan esas ventanas sobre ese mundo.
Estas ventanas de conocimiento, por llamarlas así, las utilizaba muy bien Harry Gruyaert en algunas ocasiones.


(c) Harry Gruyaert. Marrakech, 1986



Realmente me hizo pensar en la composición y la idea de que tenía que aprender a componer antes de agregar cosas adicionales a mis imágenes – señala el fotógrafo belga a LensSe trata de obtener ese equilibrio de tu composición, luego tu luz, luego tus momentos. Entonces se trata de agregar esos tres ingredientes juntos”.


(c) Harry Gruyaert. Mali, 1988

Hasta pronto!


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lunes, 20 de noviembre de 2017

Ritmos intersticiales de color


Siempre me cautivó como algunos fotógrafo logran, a través de la repetición cromática, un ritmo visual inigualable que se percibe como una sucesión de impulsos dinámicos que “al romperse”, se produce un contrapunto visual de singular belleza y potencia visual.


(c) Jodi Cobb

Esos contrapuntos resultan tan decisivos como plásticos y actúan como espacios intersticiales del ritmo cromático y le otorga dinamismo a su existencia.


(c) Steve McCurry

El ritmo del color, en contraposición del ritmo de las líneas y las formas, responde a otras exigencias de la composición. El ritmo cromático puede responder a contrapuntos de colores cálidos y fríos que, aparte de brindar profundidad de campo a la escena; la convierte en un campo fértil de exploración compositiva.


(c) Jodi Cobb. Nueva York


Que se incluye y que se excluye del encuadre, siempre modificará la potencia del ritmo cromático, como si intentáramos escuchar en una improvisación de jazz, su ritmo percusivo. Y allí está su dificultad y su disfrute.


(c) Harry Gruyaert

Hasta pronto!


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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Perpleja incomodidad


Por la noche todo se transforma. Espacios anodinos durante el día, cobran exuberancia en la noche. 
Cuando todo comienza a desvanecerse en la oscuridad, una especie de incertidumbre de luz se apodera de todo y transmite una permanente sensación de perpleja incomodidad.
Una perpleja incomodidad de luz, de atmósferas, de sugerencias y de hasta implicaciones psicológicas como las de Michael Ackerman que constituyen un claro ejemplo de adentrarse en  un territorio inhóspito pero prolífico de incertidumbres no exentas de obstáculos.


(c) Michael Ackerman. de su trabajo Half Life

Para Todd Hido, la noche le permite alejarse del mundo superficial y entrar en otro gobernado por la imaginación en donde reinan más las preguntas que las respuestas.


(c)  Todd Hido. Imágenes pertenecientes a su serie Homes at night.

Hido, actualmente, está revisitando los bosques del estado de Washington para un ensayo fotográfico inspirado en Twin Peaks de David LynchLa ciudad de Twin Peaks no existe. Pero contiene muchos de los problemas que existen en todas las ciudades, grandes y pequeñas, problemas que pueden ignorarse fácilmente” señala Hido en Time.


(c) Todd Hido. Washington

 “Durante los últimos 15 años, he estado visitando el estado de Washington, como un sustituto de mi Ohio natal. Me transporta al estado psicológico oscuro evocado por los inviernos de mi infancia”


(c) Todd Hido. Washington


Algo de toda esa perplejidad incómoda también la encuentro en el París hooperiano de Brassai en donde también nacen mucho más los interrogantes que las seguras respuestas. La noche sugiere, no enseña. La noche nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón” comenta el gran fotógrafo húngaro. 


(c) Brassai. Paris, 1931


 Hasta pronto!



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lunes, 13 de noviembre de 2017

Ce n'est pas un document (Esto no es un documento)


(c) Marcelo Caballero.

Aún me sigue desconcertando ver, por ejemplo en cualquier shooping como algo habitual,  documentos visuales de la historia grande de la fotografía del siglo XX que “hablan” de otra cosa. No es nada nuevo lo que digo. Pero me sigue dando vueltas a la cabeza todo ello. Y digo “aún” porque me sigo aferrando a la idea de observar una fotografía como un documento visual que me lleva al pasado, a un momento histórico determinado o cotidiano de nuestras vidas como si se tratara del recuerdo de un perfume. Sin embargo, hay una cosa que comienzo a aceptar y eso me produce desasosiego:   la veracidad de la imagen se pone a prueba según el contexto y, no sólo por la multiplicidad de lecturas; sino por las ilusiones que producen. Y la sensación de pasado desaparece. Se construyen nuevas evidencias cada vez más alejadas del documento original.


No es lo mismo ver la foto del Che en un libro de Alberto Korda que verla en un bar.(c) Marcelo Caballero. Ponte de Lima, 2009


Este desasosiego que intuyó René Magritte a través de su serie “Esto no es una pipa”; o Marcel Duchamps y su artístico uninario; o Andy Warhol con sus latas de sopas Campbell; encuentra en el trabajo de Mike Mandel y Larry Sultan: Evidence (1977) la puerta pionera hacia la fotografía conceptual contemporánea que pone en “crisis” esa forma de mirar a la fotografía como un documento. Y según Joan Fontcubertadespués de 15 años de haber adquirido el libro sigo fascinado por la incerteza y desasosiego que me producen”. Un sentimiento que intento comprender para entender este hoy, de vivir en un tsunami de imágenes virtuales y que se merece una gran reflexión como la que encontré en El Beso de Judas del autor catalán.


Evidence. 1977


“Se trata de imágenes aséptica y obedientes de las convenciones del documento puro y duro, es decir, sin mayor aspiración que la de transmitir una información visual de la forma más clara y concisa, desprovista de cualquier tipo de impronta de <autor>” señala Foncuberta en la página 47 del libro. “Sin embargo, al escrutar el significado de estas fotografías, el más profundo surrealismo emerge de su banalidad radical”.


Evidence. 1977

Recordemos que Mandel y Sultan recopilaron fotografías que fueron usadas como documentos de evidencia por distintas organizaciones estatales americanas y al llevarlas a un libro con aspiraciones artísticas como Evidence ponían en duda la idea de documento exteriorizando sus ambigüedades internas. 
Algo de todo ello se estaría preguntando Korda sobre su famoso Che, si viviera en la actualidad


 Hasta pronto!


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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Una paleta vibrante

Durante las décadas del ’70 y ’80 del siglo pasado fue la envidia de muchos fotógrafos por la gran cantidad de libros de fotografías publicados, en una época que aún no se había puesto de moda el “fotolibro” tan popular hoy en día. Y en India,  en esos tiempos,  era el único que lo  hacía, no había otro. Recuerdo haber llegado a un hostel en Jaipur (su ciudad natal) en 1999 y encontrarme con su Rajhastán como libro de bienvenida a los turistas y realmente fue la mejor guía visual para adentrarme en esa tan colorida región.
También, prestigiosos fotógrafos contemporáneos a él como William Eggleston o Sthepen Shore no dudaron en considerarlo como uno de los más grandes fotógrafos a color que irrumpieron en esas décadas.


(c) Ragubhir Singh. Benares, 1985


Estoy hablando de Ragubhir Singh que fusionó en su trabajo,  la rica tradición reciente de la fotografía documental occidental en blanco y negro (Cartier Bresson, Garry Winogrand, William Gedney o Lee Friedlander quien era su amigo y lo visitaba a India) con la introducción del color en la vitalidad de los espacios públicos de la India.


(c) Ragubhir Singh. Srinagar

Hace unos días, tuve la suerte de ver su libro Kashmir (publicado en 1983) y me maravilló la textura cromática de sus imágenes, casi siempre buscando hacer instantáneas en las últimas horas del día.


(c) Ragubhir Singh. Dal Lake, Srinagar

Y en donde predomina mucho el contraste y tienen una estética un tanto oscuras que me hace acordar a las fotografías de Navia de su libro Pisadas Sonámbulas. Una de las razones de todo ello radica en la película que usaba: Kodachrome 25 . Y el fotógrafo tenía que ser muy preciso técnicamente para que no se subexpongan en demasía sus imágenes. Para ello, utilizaba diafragmas muy pequeños pero alargaba los tiempos de exposición para compensar la poca sensibilidad ISO que tenía.  Lo demás era su talento compositivo.


(c) Ragubhir Singh. Srinagar, 1979


hasta pronto!


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viernes, 3 de noviembre de 2017

Una cuestión de denominación



Hoy en día ya me cuesta escribir o decir: fotografía de calle. No sé….no me gustan las etiquetas y reniego cada vez más de ello. Le hemos puesto tanta presión a esta denominación, en los últimos años,  que parece que sólo hubiera existido desde que empezó todo este rollo digital. 
Y con la democratización de las cámaras, parece que estemos ante una denominación especial, singular, diferencial. De hecho han aparecido como setas, manuales, talleres, conferencias y no me excluyo. Yo mismo he defendido esta denominación durante años y la he usado para mis propósitos. Nada más alejado de la realidad.

DIGÁMOSLO BIEN ALTO Y BIEN FUERTE.  La fotografía de calle tiene sólo una denominación: FOTOGRAFÍA y punto. 

(c) Louis Daguerre. Boulevard du Temple. Paris, 1838.  Se cree que es la primera fotografía  en donde aparecen personas en un espacio público.

Quizás la culpa de todo ello la tuviera "Joel Meyerowitz y sus amigos" que comenzaron a llamar “street photography” a esta vieja práctica, allá en los años ’60 del siglo pasado. Y en el futuro, todos colaboramos para que así sea.
Quizás detrás de todo ello, haya una cuestión de mercado, uno tiene que encontrar un nicho de especialización, de abastecimiento, de producción y allí es donde emerge la denominación “fotografía de calle” como una puerta simbólica hacia el encuentro urbano, un lugar de interés colectivo, popular de interacción pacífica por los espacios públicos, como decíamos desde el colectivo Calle 35. Y todo ello ya me suena muy suntuoso, muy apocalíptico.

El tema es sencillo. A partir de ahora comenzaré a decir las cosas por su nombre o por su apellido. Lo que hacemos diariamente en cualquier espacio público, es FOTOGRAFÍA. Y ya está. No le demos más vueltas.

buen fin de semana!


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