Siempre me han gustado las historias, reales o no, que hay detrás de los
grandes reportajes fotográficos. Aún tengo en la memoria la de Robert Capa
durante el desembarco en Normandia y los negativos velados; o la de Josef Koudelka y su clandestinidad durante
la Semana de Praga, entre otros.
Hoy vuelvo a Sergio Larrain y me gustaría escenificar en este post, el día que burló al mismísimo
capo de la mafia siciliana.
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Calabria © Sergio Larrain |
Resulta que, en 1959, el entonces joven fotógrafo chileno y postulante a entrar
a Magnum, es mandado por el propio Henri Cartier Bresson a realizar un encargo
imposible a Sicilia: un reportaje al temido Giuseppe Genco Russo, considerado por muchos
como el jefe de la cosa nostra siciliana.
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Palermo © Sergio Larrain |
Russo aún era un desconocido para los grandes medios. Nadie había podido retratarlo. Y Larrain viaja a Sicilia con ese alocado propósito.
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Castelamare © Sergio Larrain |
Durante tres meses, el fotógrafo recorre la isla y con su
Leica va capturando instantes de ese recorrido en busca
de lo imposible.
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Funeral. Sicilia © Sergio Larrain |
Pasa por la isla Ústica, por Villalba, por Palermo pero nada
del Don Corleone. Nadie se atreve a decirle donde vive Russo.
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Palermo © Sergio Larrain |
Sin embargo, no pierde la esperanza. Está convencido que por
lo menos, una oportunidad tendrá. Y ese día llega, cuando en un bar, un
parroquiano le cuenta que Russo vive en un poblado llamado Caltanissetta.
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Corleone © Sergio Larrain |
Como si se tratara de una película de cine negro, Larrain se
hospeda frente a la casa del mafioso y como un auténtico papparazi, fotografía
desde su ventana pero los resultados no lo convencen. No es su estilo, necesita
un retrato de él, cerca, que mire al objetivo. Una utopía.
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Sicilia © Sergio Larrain |
Larrain, aparte de ser un gran fotógrafo, parece ser un gran actor
y logra persuadir al abogado de Russo. Se hace pasar por un inocente turista
chileno interesado en ruinas romanas. Y, de esa manera, cae simpático a todo el mundo y pronto
entra a la guarida del capo mafioso. Allí, el padrino lo invita a comer
junto a su familia.
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Sicilia © Sergio Larrain |
Durante 15 días, lo visita diariamente pero sin sacarle ni
una foto. Aún no se atreve. Necesita como un buen fotógrafo, volverse invisible.
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© Sergio Larrain |
Finalmente, después de un opíparo almuerzo, Larrain entra en acción. Saca su
Leica y comienza a realizar bodegones en la casa del capo. Nadie dice nada, es
sólo un simpático turista que quiere llevarse un recuerdo a su país piensa
Russo y se va a dormir una siesta.
Larraín, que ya tiene el billete de tren en su bolsillo para volver a Roma al
día siguiente, cree que ha llegado su momento. Lo sigue hasta la habitación y
comienza a sacarle fotos, mientras el mafioso descansa sentado en un diván.
De pronto, los guardaespaldas lo descubren y Russo abre los ojos, sorprendido.
Y así llega el instante imprevisible que hace mágica a esta historia y que Larrain cuenta con lujo de detalles en
el despacho de Cartier Bresson en París, un tiempo después:
"¿Por qué usted toma tantas fotos? pregunta el capo mafioso sin dejar de mirar un sólo instante a Larrain.
El fotógrafo sin dudarlo y con total indiferencia responde:
"porque después hay que seleccionar la mejor para mi álbum de los recuerdos". Aunque parezca increíble esta absurda respuesta satisface al capo mafioso que, acto seguido se pone un traje y un sombrero para la siguiente foto.
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Giuseppe Russo © Sergio Larrain |
Lo demás ya es historia conocida. Larrain viaja a París con 6.000 fotografías y casi 100 imágenes de Russo. Las grandes revistas europeas y americanas publicaron esa primicia en primera plana y ese primer encargo fue la entrada definitiva del fotógrafo a Magnum.
Buen fin de semana a todos!