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Calcuta 1999 © Marcelo Caballero |
Cuando era un chaval,
llegó a mis manos una antología de poemas de un escritor con un nombre bastanto raro para mí y
que hasta ese momento desconocía por completo. Era de Rabindranath Tagore y gracias
al libro me enteré que fue Nobel de Literatura y fue el primer escritor no
europeo en ganarlo.
Recuerdo que mientras lo hojeaba,
descubrí la magia de sus palabras, tan profundas y tan sentidas como un canto a
la vida. Y desde ese momento me propuse ir algún día a visitar la tierra donde había nacido y
crecido y que tanto habían inspirado a este multifacético artista.
Tagore nació en una
Calcuta de fines del siglo XIX obsesionada por transformarse en la capital
cultural de un reino colonial británico que ya la había convertido en el núcleo
económico y político de India. En ese contexto, el escritor bengalí vivía en
una especie de belle epoque oriental muy afin a los intereses ingleses en la
colonia.
En 1999 hice finalmente
mi primer viaje a Calcuta con la ilusión de encontrarme con algo de aquella
orgullosa ciudad. Y descubrí que era todo lo contrario: un canto a la pobreza y
a la desesperación.
Luego de la
independencia de 1947, millares de indios empobrecidos de los estados de Bihar y de Bengala habían
emigrado a una ciudad que le prometía trabajo. Pero nada de eso ocurrió y
Calcuta se conviritó en un gran depósito de gente que deambulaba por sus calles
sin hacer nada y con ellas vinieron las enfermedades y todo lo demás.
Pasé dos largas estancias
en esa ciudad y la aprendí a conocer a través de la Misión de la
Caridad de la Madre Teresa donde trabajé como voluntario. Y esa experiencia me
marcó para toda la vida. Ahora quiero compartir con ustedes algunas imágenes de
esas visitas en una ciudad que quiso ser pero, debido a los atropellos de la historia,
se quedó sólo en ello, en un sueño de palabras como las de Tagore.
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Detrás de la estación Howrah - Calcuta 2003 © Marcelo Caballero |
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Intocable - Calcuta 2003 © Marcelo Caballero |
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Calcuta 2003 © Marcelo Caballero |
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Orfanato - Misión de la Caridad - Calcuta 2000 © Marcelo Caballero |
Hola Marcelo,
ResponderEliminarYo sí creo que Calcuta es una ciudad cultural, el estigma de la miseria ha marcado profundamente la ciudad y es una realidad innegable (Madre Teresa, City of Joy, voluntariado...) pero hay mas, hay mas cosas. Hay toda la herencia cultural bengali, esta el café de los intelectuales, no es casualidad que en Calcutta se celebre anualmente el Book Fair no comercial con mas visitantes del mundo (una media de 2 millones de visitantes), que exista la calle con mas librerías del mundo, que sea la ciudad donde mas personas publican libros. Sí te mueves 50 kms al norte de Calcutta llegarás a Santiniketan, pueblo natal de Tagore, que alberga prestigiosas Universidades (fundadas por el mismo Tagore).
Si, todo ello en un entorno decadente heredero de algo que tenía que ser y no fué. Pero no por ello menos 'cultural'.
Disculpa la extensión del comentario, podría explicar mucho mas sobre la creación cultural Bengali (y su explosión en Calcutta). Ando realizando un trabajo personal de Calcutta donde espero volver en breve (aquí tienes alguna muestra http://jobopa.com/index.php/en/gallery/kolkata ), es una ciudad que me tiene absolutamente atrapado. Cordial saludo.
Se me siguen poniendo los dientes largos...
ResponderEliminarGracias Marcelo!
La entrada muy buena, y las imágenes brutales!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Si Jordi, en gran parte estoy de acuerdo contigo. Pero sigo insistiendo que no tiene el esplendor de antes ni la autenticidad explosiva de aquellos movimientos intelectuales que hubo en la época de Tagore. Pienso que esa cultura es simplemente una reminiscencia de aquella época y está institucionalizada. No la sentí vital como si me pasó en Bombay por citar otra ciudad india donde pasan cosas. En fin..creo que son matices de experiencias vividas en una misma ciudad y me alegro por tu punto de vista. me estimula a tener una mirada menos escéptica de una ciudad que tanto quiero.
ResponderEliminarCuando necesites más información, no tienes más que perdirmela, Manu!! un abrazo!!
ResponderEliminarGracias por tus comentarios, Jordi!!
ResponderEliminarLas imágenes son brutales. Además, consigues algo difícil, superar la llamada "fatiga de la compasión", la anestesia del espíritu de los observadores del "confortable" 1er Mundo, ya inmunes a las imágenes del sufrimiento ajeno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro que las imágenes te hayan transmitido esas sensaciones, Rafa! en esa época me acompañaba una FM2 como la tuya y varios carretes de Tri Max 100.. Un abrazo!!
ResponderEliminarOstias yo en Calcutta también ando con FM2 (y un 35mm fijo), no hay camara que me haga mas feliz. De acuerdo con lo que comentas Marcelo, la verdad es que con todo lo que atañe al subcontinetente indio no me pongo de acuerdo ni conmigo mismo. Es com el retratar la miseria, es algo que se me pone cuesta arriba. Uno busca cotidianedad y en Calcutta la miseria es algo cotidiano...Creo que es importante retomar periodicament el debate sobre la miseria y la anestesia general que llevams al nivel mediatico.
ResponderEliminarEsto último que cuentas, es algo que también me preocupa a mi. Un camino es la ética y no pasar la delicada línea que separa al sensacionalismo con la dignidad humana.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Jordi...haber si algún día conversamos cara a cara sobre nuestras experiencias en Calcuta!!