Como les conté en el post anterior, Sonam Nangmo, la prima del monje tibetano, me invitó a retornar al Tibet al día siguiente.
Ella y su marido transportaban habitualmente correo y mensajería a Qamdo. Debido a ello, gozaban de cierta inmunidad y protección oficial que para mi eran grandes ventajas para pasar desapercibido. “La policía casi nunca revisa el transporte” me dijo Sonam. De esa manera, sentí que el objetivo final de arribar a Lhasa por tierra estaba mucho más cerca.
Aún era de noche cuando partimos y durante el camino me volvieron los recuerdos del reciente y duro viaje en camión.
Pero esta vez, viajaba en un cómodo 4 x 4, escuchando música, entre buenos amigos y contemplando la hermosa y fría meseta tibetana que esa noche estaba mágicamente iluminada por la luna llena.
Casi sin darme cuenta, llegamos a Jamda y cuando estábamos por dejar atrás al polvoriento pueblo, se nos cruzó en el camino, un policía chino bastante joven. Por lo visto quería hacer un rutinario control.
Rápido de reflejos se bajó el conductor, habló con él y parecía que se iba. Pero no. El chino quiso mirar el interior del vehículo. Mal presagio. Al verme, se dispararon las alarmas.
Media hora después estaba nuevamente en la misma comisaría y con los mismos y sorprendidos policías que no daban crédito de lo que ocurria.
Pero esta vez no había Maradona que me salvara. Tuve que llamar al cónsul de mi país y le expliqué que estaba detenido y sin su ayuda, no podía salir de allí. “No te hagas problema, haremos lo imposible para que quedes libre” me dijo el diplomático con la misma seguridad de siempre.
El dueño del hotel volvió a ser el intérprete y luego de varias deliberaciones decidieron que los transportistas me llevaran a Qamdo. Allí tomarían la decisión final sobre mi situación.
Qamdo no es una ciudad cualquiera. Es la segunda base militar china más importante establecida en Tibet. Desde allí se organiza todo el control de ocupación militar. En otras palabras, estaba en la boca del lobo.
Así que apenas llegué, fui directo a la comisaria, (me despedí triste de Sonam y, hasta el día de hoy, no se si la multaron o no) y luego de varios interrogatorios, me dijeron que tenía que volver si o si a Chengdu donde me esperarían otros policías y si no pagaba el visado especial, me deportarían.
Conseguí que un bus me llevara directo a la capital de Sichuan pero tuve que esperar para ello tres días. Por suerte me dejaron "pasear" pero con vigilancia policial.
Mientras callejeaba por la ciudad, observé que los tibetanos eran constantemente vigilados tanto dentro o fuera de los monasterios; los nómades tibetanos parecían estar temerosos de todo y algunos eran arrestados sin haber cometido ningún delito por la calle.
El viaje de retorno duró casi tres días y 1300 km. en un maloliente y destartalado bus. En Ghengdu saqué la visa especial (¡el cónsul cubrió todos los gastos!) y en avión, como todo el mundo, llegué a Lhasa.
Si les interesa, pueden pulsar aquí par ver más fotografías de este viaje.
Muchas gracias a todos y hasta la próxima aventura!!
Ella y su marido transportaban habitualmente correo y mensajería a Qamdo. Debido a ello, gozaban de cierta inmunidad y protección oficial que para mi eran grandes ventajas para pasar desapercibido. “La policía casi nunca revisa el transporte” me dijo Sonam. De esa manera, sentí que el objetivo final de arribar a Lhasa por tierra estaba mucho más cerca.
Aún era de noche cuando partimos y durante el camino me volvieron los recuerdos del reciente y duro viaje en camión.
Pero esta vez, viajaba en un cómodo 4 x 4, escuchando música, entre buenos amigos y contemplando la hermosa y fría meseta tibetana que esa noche estaba mágicamente iluminada por la luna llena.
Sonam y su marido durante un descanso del viaje - Tibet |
Caminante peregrina rumbo a Lhasa - China National Highway 317 - Tibet |
Rápido de reflejos se bajó el conductor, habló con él y parecía que se iba. Pero no. El chino quiso mirar el interior del vehículo. Mal presagio. Al verme, se dispararon las alarmas.
Media hora después estaba nuevamente en la misma comisaría y con los mismos y sorprendidos policías que no daban crédito de lo que ocurria.
Pero esta vez no había Maradona que me salvara. Tuve que llamar al cónsul de mi país y le expliqué que estaba detenido y sin su ayuda, no podía salir de allí. “No te hagas problema, haremos lo imposible para que quedes libre” me dijo el diplomático con la misma seguridad de siempre.
El dueño del hotel volvió a ser el intérprete y luego de varias deliberaciones decidieron que los transportistas me llevaran a Qamdo. Allí tomarían la decisión final sobre mi situación.
Qamdo no es una ciudad cualquiera. Es la segunda base militar china más importante establecida en Tibet. Desde allí se organiza todo el control de ocupación militar. En otras palabras, estaba en la boca del lobo.
Así que apenas llegué, fui directo a la comisaria, (me despedí triste de Sonam y, hasta el día de hoy, no se si la multaron o no) y luego de varios interrogatorios, me dijeron que tenía que volver si o si a Chengdu donde me esperarían otros policías y si no pagaba el visado especial, me deportarían.
Conseguí que un bus me llevara directo a la capital de Sichuan pero tuve que esperar para ello tres días. Por suerte me dejaron "pasear" pero con vigilancia policial.
Mientras callejeaba por la ciudad, observé que los tibetanos eran constantemente vigilados tanto dentro o fuera de los monasterios; los nómades tibetanos parecían estar temerosos de todo y algunos eran arrestados sin haber cometido ningún delito por la calle.
Manifestante tibetano detenido por la policía - Qamdo - Tibet |
Qamdo - Tibet |
Chengdou - China |
Muchas gracias a todos y hasta la próxima aventura!!
Bueno va, lo que bien acaba; enhorabuena por este interesante post, Marcelo.
ResponderEliminarFelicidades por las fotografías!!!
Capaz que los chinos querían que tengas una buena vista, aunque lo dudo..Ariel.-
ResponderEliminarGracias, Jordi. Un abrazo!
ResponderEliminarYo también lo dudo. Fuí demasiado bueno con ellos en el relato. Un abrazo y bienvenido, Ariel!!
ResponderEliminarFantastico relato y grandes fotos Marcelo , me he leido las tres entradas de tiron ! Un saludo .
ResponderEliminaruna buena historia ...
ResponderEliminarMe da una gran satisfacción que te haya gustado el relato. Un abrazo, Angel!!
ResponderEliminarBienvenido al blog, Pindorius y celebro que te yaha gustado tambien. Hasta pronto!!
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