Cuando era un chaval, solíamos ir muy a menudo a estas fiestas de pueblo. Junto con mis abuelos, tíos, padres, hermano y primos nos recorríamos casi todos los pueblitos del sur de la provincia de Buenos Aires en Argentina.
Teníamos muchos familiares allí . La mayoría eran descendientes de inmigrantes alemanes del Volga (fines del siglo XIX), que vivían en el campo o en pequeñas poblaciones. Y siempre nos invitaban a participar de alguna fiesta.
Yo encantado. Ya que la gente que concurría a estas celebraciones era muy divertida, me encontraba con mis primitos lejanos, hacían unos buenos asados (ingredientes: 2 o 3 vacas enteras abiertas atadas a cruces de metal y las asaban con leña durante horas) y luego todo el mundo bailaba al compás de una orquesta.
Se me ocurre pensar que estas fiestas funcionaban como Facebook.: eran auténticos hervideros de chuzmeríos y anecdotarios que se extendía por todas las mesas. ¡Nadie se quedaba sin saber algo del prójimo! toda la memoría colectiva pueblerina pasaba por allí.
Y creo que todo esto aún perdura. El fin de semana pasado participé de una de estas fiestas que se realizó en una plazoleta detrás de la románica iglesia de Santa María de Vilabertran, un pequeño pueblo cercano a Figueres.
Aunque la comida era distinta y había sólo música grabada, se mantenía intacta esa tradición de juntarse todos (abuelos, hijos y nietos) alrededor de una gran mesa para comer, conversar y bailar de una manera muy animada.
Las familias |
Los abuelos |
Los adolescentes |
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