Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Tras las huellas de la Laguna de Jarayes

En Bolivia pasa lo mismo que en India. El turismo de masas se mueve por ciertos gustos y regiones estandarizadas. Y también ciertas modas estimuladas por agencias, revistas de turismo, TV y también el cine.
Las semejanzas invitan a la reflexión.
En India el turista convencional viaja básicamente por el llamado triángulo de oro: Khajuraho – Agra – Varanasi. Aunque ahora cabría la posibilidad de incluir a la populosa Bombay debido a la extraordinaria repercución que tuvo la película ganadora de un Oscar en el 2009: Slumdog Millionaire.
En Bolivia ocurre algo parecido al subcontinente indio. Sus perlas andinas atraen a la mayoría de los que visitan este país. Empiezan por el Salar de Uyuni, luego van a las minas de Potosí y terminan en la también populosa ciudad de La Paz a 3.500 metros de altitud. Yo también lo he hecho queridos lectores…
A esta altura quiero dejar esta comparación y deseo centrarme en otra vertiente para salir de este triángulo andino:  la zona oriental de Bolivia.
Una posibilidad de este abanico geográfico es viajar en un folklórico tren desde Santa Cruz de la Sierra y tomar como punto de partida de excursiones y senderismo al poblado de Roboré . Allí,  los casi salvajes lugares de los alrededores se tutean con huellas jesuíticas de la conquista española.
En Roboré podemos decir que nos encontramos cerca de las puertas del Gran Pantanal o como lo llamaban en la época de la conquista: la laguna de Jarayes.
Efectúo otro salto simbólico y dirijo mi mirada hacia dos lugares en especial. Ya se habrán dado cuenta que  no es mi intención hacer de esta nota un conglomerado de lugares y sitios para visitar. Eso lo pueden desarrollar mejor que yo las guías de viaje.
Pero repito:  quiero detenerme en estos dos lugares porque son únicos en su tipo, no los visitan mucha gente aún y  porque la pase muy bien.

Niños menonitas - Aguas Calientes - Bolivia

El primero de ellos es Aguas Calientes. Ubicado sobre una de las orillas del río del mismo nombre, este paraje debe su fama a sus aguas movedizas, calientes y de propiedades curativas, termales. Situado a pocos kilómetros de Roboré, este spa natural es sólo visitado por brasileros provenientes del Mato Grosso, lugareños y también menonitas. Cuando yo estuve, una familia numerosa de ellos pasaron sus vacaciones en este lugar en un improvisado camping al lado de la playa más concurrida llamada El Buriño.
Lo que pasa allí es increíble. Luego de entrar al agua (consejo: ir de a poco porque la temperatura es alta) las arenas movedizas te tragan literalmente hasta la cintura. Unos segundos después sentís una corriente de agua que proviene de unos pequeños geyseres subterráneos, te expulsan hacia arriba y todo vuelve a la normalidad.





El segundo lugar para visitar (siempre a bordo del mismo folklórico tren) es la frontera a través de Puerto Suárez (Bolivia) y Corumbá (Brasil). Esta región no es sólo un paso fronterizo más. Es el polo económico más importante del Gran Pantanal, el humedal más grande del mundo.

Corumbá - Brasil
Y por entre estas dos tranquilas ciudades pasa uno de los principales ríos de América del Sur, el Paraguay. Este río al no tener ninguna central hidroeléctrica en su curso lo convierte en navegable desde allí hasta Argentina y se erige como un importante corredor comercial entre varios países.

Rio Paraguay - Corumbá - Brasil

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