Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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jueves, 13 de mayo de 2010

Las tres sorpresas de una neblina gris


Despertó aún de noche debido a una grave descompostura estomacal. Entonces de un salto bajó de su litera de chapa, sorteó como pudo a los vendedores ambulantes y con mucho alivio llegó a un baño tan sucio como todo ese vagón de segunda clase.
Calculaba que en unas horas iba a llegar a Nueva Delhi y a pesar de su malestar, estaba exaltado, ansioso.
Ante sus ojos se desplegaba una verdadera jauría humana y ya nadie dormía. Se acomodó como pudo en las literas de abajo entre una pareja hindú y sus dos pequeños hijos que no dejaban de mirarlo con recelo y curiosidad.
Sin embargo quien viaja pronto comenzó a reír y a jugar con los pequeños. Ese inicial juego derivó en largas conversaciones con la pareja hindú. Así se enteró que Rakesh, el padre de los chicos era un productor independiente de la televisión de Bombay.
Junto con el bamboleo continuo del vagón y los monocordes ruidos del paso de las rieles, fueron avanzando y el sol de la espléndida mañana comenzó a iluminar los verdes campos del estado de Uttar Pradesh.
Sin embargo una extraña neblina gris tapaba el horizonte hacia donde el tren se dirigía.
Eso que ves a lo lejos es smog, amigo, proveniente de Delhi - se adelantó a decir Rakesh que adivinó la primer cara de sorpresa del visitante.


Faltaba cada vez menos. Según el boleto llegarían a la estación en poco más de treinta minutos. Entonces ocurrió la segunda sorpresa.
Al principio sólo eran aisladas. Luego una tras otra aparecieron más seguido. Hasta que no pudieron contarse más. La cantidad de precarias viviendas que veía pasar por la ventana del tren era kilométrica. Y lo verde quedó en el olvido del devenir.Así la escena trenera pasó a ser dominada por marrones, grises y principalmente negros.
El espectáculo urbano resultó ser conmovedor: las villas miserias más tristes y largas que pudiera imaginarse. La gente comía, defecaba y deambulaba sobre las vías. Entretanto las mujeres lavaban la ropa de sus niños en charcos de agua color negra o gris llenas de insectos y mal olor.
Dentro de ese descolorido panorama los niños parecían ser los únicos despreocupados. Algunos jugaban al criquet en improvisadas canchas sobre montañas de basura. Otros lo hacían sobre las rieles de los costados.

- Buenos Aires tiene mucha pobreza también, Rakesh aunque...
- Sí , ya sé.- se adelantó nuevamente el hindú - Esto es mucho peor, no es así? Mucha población. Ni nosotros podemos creerlo.

El tren comenzó a bajar la velocidad. A 400 metros apareció el monstruoso tinglado de la estación de la capital de la India, semejante a un esqueleto de un dinosaurio dormido. La bienvenida no podía ser peor para quien viaja. Miles de personas se apretujaban o corrían por todos lados. Parecía ser un verdadero caos.
Se despidió como pudo de sus amigos del tren en la arcada principal de la estación y se dirigió hacia el exterior rodeado de taxistas que ofrecían sus servicios. Unos minutos bastaron para regatear y en un rickshaw se introdujo por las ajetreadas calles a paso de tortuga.
La gente en la comercial y populosa Paharganj cruzaba por donde se le antojara. Los autos o las motos para ellos definitivamente no eran obstáculos. Caminaban por las calles como si no existieran. Los puestos callejeros se sucedían y los ojos de quien viaja se llenaban de carteles de multinacionales, bicicletas, autos y gente. Mucha gente.
Más tarde al encerrarse en una pequeña habitación de un sucio hotel llamado paradójicamente Silver Palace, se recostó sobre la cama y se dejó llevar por sensaciones envolventes. Allí, cansado y aturdido tuvo su tercera sorpresa. Cientos de bailarines danzaban y cantaban al unísono una popular canción hindú desde un viejo televisor ubicado frente a él. Y eso simplemente lo hizo sentir bien.

2 comentarios:

  1. Excelente entrada. Me recuerda a Kapuscinski.

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  2. Me hace sentir muy pequeñito este recordatorio en comparación con uno de los grandes maestros de la literatura de viaje y con la narrativa en general. Gracias de todos modos, Xevi.

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