Algo de
todo ello me ocurrió a partir de la instantánea que muestro abajo y la historia que salió de ella.
Esta imagen encontrada, en mis tantos paseos sin rumbo, por Barcelona; no habría visto jamás la luz si no fuera porque fue publicada en su momento en mi galería de Calle 35. Y tiempo después la gente del Grupo de Fotografía de Argentona la utilizó para armar trípticos y tarjetas de publicidad sobre la exposición del colectivo de street photography en el festival del mes pasado.
Passeig del Born - Barcelona © Marcelo Caballero |
Durante
las salidas fotográficas, uno de los alumnos del curso, el fotógrafo Manu Mart observó la imagen del cartel y dijo: ¡ a esa mujer la conozco, es una persona muy querida en el Passeig
del Born!
Quiso
el destino que allí se revelara el doblez de esa imagen. Así, de una manera fortuita, me
enteré que la mujer que escucha tan atentamente al músico se llama Helena y tiene 85 años. Y es
una habitual cliente del Bar Mudanzas ubicado en la calle Vidriera 15 al lado
del Passeig del Born.
Pero lo interesante de todo esto es que en muchas ocasiones concurre al bar a
altas horas de la noche!!
Manu me
contó todo esto gracias a que su novia trabaja allí a esa hora. Resulta que
Helena va a tomarse un café con leche a las dos de la madrugada creyendo que es
la tarde. Tengo que aclarar que la anciana tiene algunas pérdidas de memoria
propios de su edad. Y la historia se repite cada vez que va: se acomoda junto al mostrador y cuenta sus anécdotas. Y lo duro que era su vida cuando era pequeña.
Helena no podía ir a la escuela porque tenía que vender diarios por la vía Laietana para subsistir con su familia. Sin embargo el trabajo fue mejorando y cuando se hizo mayor, su padre le puso un pequeño kiosco de revistas cerca de la Plaza Urquinaona. Y ella vendía sobre la mesa, los periódicos del día. Y debajo, los “malos para los antifranquistas”. Dentro de viejos periódicos, ella camuflaba información no oficial. Y parece que nunca tuvo problemas.
Helena no podía ir a la escuela porque tenía que vender diarios por la vía Laietana para subsistir con su familia. Sin embargo el trabajo fue mejorando y cuando se hizo mayor, su padre le puso un pequeño kiosco de revistas cerca de la Plaza Urquinaona. Y ella vendía sobre la mesa, los periódicos del día. Y debajo, los “malos para los antifranquistas”. Dentro de viejos periódicos, ella camuflaba información no oficial. Y parece que nunca tuvo problemas.
El fin
de semana pasado, Helena volvió al bar y se encontró con mi fotografía que tan
gentilmente se la ofreció Manu. ¿ que quieren que les diga? Me emociona saber
que ella se puso feliz al verse en esa tierna imagen.
© Manu Mart
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© Manu Mart |
© Manu Mart |
Terminado el café con leche, se puso la imagen bajo su brazo y se fue a su casa. Y prometió una y otra vez que la pondría en la mesita de su living de toda la vida: “justo enfrente de la silla en la que su hija se sienta cuando va a verme”.
© Manu Mart |
Gracias por brindarme todos esos hermosos detalles de la vida de Helena, Manu!!
Y a todos, nos vemos el viernes!!
Preciosa historia, Marcelo. Y qué grande es la fotografía y las vidas que hay detrás.
ResponderEliminarQue bonita historia! Enhorabuena.
ResponderEliminarEmocionante, Marcelo. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha encantado poder ayudarte Marcelo, me siento muy orgulloso de haber participado en esta historia.
ResponderEliminarComo dice Rafa, qué grande es la fotografía.
Gracias otra vez, y felicidades!
Es verdad, Rafa. cuando ocurren estas historias piensas que la fotografía es lo mejor que te ha pasado. Gracias!
ResponderEliminarMe alegro que le haya gustado, Juanjo!! y gracias tambien..
ResponderEliminarOtro abrazo para ti, Javier!!
ResponderEliminarEs mutuo el orgullo y que hermosa es la fotografía!! gracias a ella puede conocer algo de Helena y tambien de ti!! gracias
ResponderEliminarMuy bonito y emotivo, Felicidades!
ResponderEliminarGracias, Cesc!!!
ResponderEliminarGrande y tierna historia... A veces la fotografía nos da estos regalos de conocer vidas que de otra manera no llegaríamos ni a saber de ellas. Quedan tantas por contar...
ResponderEliminarFelicidades a los tres.
Salud!
Si, Mingo..quedan tantas historias para contar que bien vale la pena intentarlo, por lo menos con algunas cuantas. Yo ya tengo una!!
ResponderEliminarUn abrazo a ti y a Cantabria!!
Estos momentos son por los que vale la pena hacer lo que hacemos.
ResponderEliminarEmotiva historia.
Un abrazo
Claro, Jan coincido plenamente contigo. Un abrazo!
ResponderEliminarQue bonita historia, Marcelo.
ResponderEliminarMuchas gracias, por compartirla!!!
Aveces el Mundo ademas de pequeño, resulta amable. Gracias por la sonrisa.
ResponderEliminarMuy emotivo, linda historia y una entrada original, una sinfonía con Manu Mart!
ResponderEliminarTierna historia... La señora Helena pertenece a una generación para la que, mayoritariamente, no ha habido la posibilidad de guardar los recuerdos familiares en fotografías. Ése es un buen regalo. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarLa foto es estupenda... y la señora, enternecedora. Enhorabuena
ResponderEliminarQué bonita y tierna historia. Enhorabuena por haberla vivido, Marcelo.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Jordi!
ResponderEliminarEse es el mejor comentario, Manel!! muchas gracias
ResponderEliminarme gusta lo de la sinfonía, Ariel!! sonó linda, es verdad. Gracias!!
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la foto y la historia, Paco. Un abrazo grande!!
ResponderEliminarGracias y saludos para ti también, David!
ResponderEliminarEs verdad, Carles. Gracias por tus comentarios!
ResponderEliminarUna historia preciosa!!! Incluso me he emocionado mientras la leía!
ResponderEliminarGracias, Sandra, un abrazo!!
ResponderEliminar¡Qué bonita! Me emocionó la foto, la historia y la señora...
ResponderEliminarGracias NuNú y bienvenida al blog!!
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