Catedral Metropolitana de Nossa Senhora Aparecida - Brasilia - Brasil |
A mi me agrada pasear por largas horas en ciudades desconocidas. Aunque si ya las conozco o vivo en ellas trato de dejarme llevar por la incertidumbre que deparan las caminatas llenas o vacías de gente, las atmósferas, arquitectura, cafés, espacios públicos, gastronomía. Tanto de día como de noche las ciudades siempre muestran algo o están ausentes de algo.
Desde que un gran amigo y librero argentino me regaló, hace 10 años, Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino, mis paseos cobraron otra dimensión gracias a los conocimientos de este libro que me ayudaron a entender ciertos imaginarios urbanos latentes o, quizás, mágicos que toda ciudad tiene y hay que descubrir.
Este genial escritor italiano explicó algo de todo ello en una conferencia en 1983 para los estudiantes de la Graduate Writing División de la Columbio University de Nueva York.
Calvino señaló que “lo que el libro evoca no es sólo una idea atemporal de la ciudad, sino que desarrolla, de manera unas veces implícita y otras explícita, una discusión sobre la ciudad moderna. A juzgar por lo que me dicen algunos amigos urbanistas, el libro toca sus problemáticas en varios puntos y esto no es casualidad porque el trasfondo es el mismo. Y la metrópoli de los big numbers no aparece sólo al final de mi libro; incluso lo que parece evocación de una ciudad arcaica sólo tiene sentido en la medida en que está pensado y escrito con la ciudad de hoy delante de los ojos”.
Desde entonces las plásticas y descriptivas explicaciones de las ciudades imaginadas por Calvino se entremezclan en mis visitas a cualquier ciudad y me sirven para reconocerlas o desconocerlas un poco más.
Casualmente cuando visité Brasilia, una ciudad inventada en 1960 por el urbanista Lúcio Costa y el arquitecto Oscar Niemeyer para ser la nueva capital de Brasil, los imaginarios de Calvino se hicieron presente con mucha fuerza.
Brasilia me dio la sensación inicial de estar construida como una visión arquitectónica del futuro de la humanidad aparentemente ausente de gente, de atmósferas, de cafés… y a pesar de tener una población de más de dos millones de personas, la gigantesca área gubernamental la presentía huérfana de voces humanas.
Mientras la recorría, evoqué una de las ciudades invisibles de Calvino que cito a continuación:
Dois Candangos. 1959 - Bruno Giorgi - Brasilia |
LAS CIUDADES Y LA MEMORIA. 2
Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isadora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isadora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isadora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.
Congreso Nacional de Brasil - Brasilia Congreso Nacional de Brasil - Brasilia Interior de la Catedral Metropolitana - Brasilia |
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