Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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miércoles, 4 de marzo de 2015

Confesiones desde el infierno

Me ha llegado a casa unos de los libros más originales e interesantes que he tenido la suerte de ver en los últimos tiempos. Me refiero a Half Life de Michael Ackerman y las apreciaciones que comentaré en este post, serán muy subjetivas como este libro. Y debo confesarles, a priori,  que no podré comentarlo de otra manera.



Sólo decirles que fue publicado originalmente por Delpire en el 2010; y la versión que hoy tengo en mis manos es la española de Lunwerg y se está vendiendo en algunas pequeñas librerías low cost por sólo 10 euros cuando en algunas importantes de Barcelona cuesta unos 25 euros. Cosas del mercado…


© Michael Ackerman

Lo cierto es que este libro me ha entrado por las venas, por la emoción de sentirme parte de varios viajes oníricos que el autor me propone desde el principio de este milagroso libro de fotografías.

© Michael Ackerman

Y la verdad, al ver sus imágenes,  poco importan los detalles, sino lo que transmiten, lo que crea visualmente el autor en esos interminables paseos nocturnos, según comenta el realizador del prólogo: Denis Kambouchner, por distintos lugares de Europa del Este y de Estados Unidos.

© Michael Ackerman

Ackerman me muestra imágenes que rozan el sueño o, más bien la pesadilla como si, en paralelo,  estuviera leyendo algún poema maldito de Unatemporada en el infierno de Arthur Rimbaud;  mientras voy desgranando en el papel,  fotografías desenfocadas, retratos desencajados por algo que ocurre en el entorno y que no sabemos. Y nos mantiene expectantes, con cierto temor.

© Michael Ackerman

Que bonito es encontrarse con un libro así que exprese una sensibilidad tan grande, tan simbólica de lo que es capaz de concretar el lenguaje fotográfíco sin más ayuda que la fotografía.

Parte de un troquelado de hojas de la última página del libro © Michael Ackerman

Después de observar la última página,  que se me abre como un troquelado secuencial de fotos que expresa la sensación de apocalipsis que vive una persona semidesnuda inmersa en la noche; no puedo más que felicitar al autor que me ha afirmado una vez más, las ganas de hacer fotografía. Y eso me pasará cada vez que abra un libro como éste.
Mil gracias.



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