Fue así que dos siglos después, al decaer el negocio de las minas, los descendientes de aquellos primeros africanos fueron cedidos a los hacendados de las plantaciones de café en los Yungas. Y allí se quedaron para siempre. En esa zona de transición entre el Altiplano y la selva tuvieron una mejor adaptación que al frío y la altura de los Andes. El clima es agradable todo el año, con una leve humedad subtropical que alimenta una tupida vegetación surcada por ríos torrentosos, cascadas y una variada fauna.
Hoy en día, en esta región se concentra casi toda la población afroboliviana del país estimada en unos 35.000 personas y una de las comunidades más representativas es Tocaña.
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Tocaña. Al fondo Coroico - Las Yungas - Bolivia Más que un pueblecito, Tocaña es un invertebrado asentamiento de pequeñas casas blancas hundidas en medio de la espesura selvàtica a escasos kilómetros de la capital de la región: Coroico, considerada la entrada a la producción de la coca en Bolivia. Sus pobladores, originarios de Senegal, Ghana, Angola y el Congo, siguen trabajando en los cafetales y el cultivo de frutos tropicales como cítricos; sin embargo, la mayoría dedica sus esfuerzos a la producción de la coca. Para eso han creado una cooperativa comunitaria y, a través de ella, venden su producción de forma legal a establecimientos mayoristas ubicados en Coroico. Para transportarlas colocan las hojas de coca recolectadas en grandes bolsas a un quintal cada una (100 kilos : 1 quintal). Bolsas de coca, listas para vender |
También han propulsado, principalmente a través de la ong Ayuda en Acción, la construcción de un centro cultural artesanal: espacio físico donde pueden traducir, transmitir y ordenar su cultura aún no reconocida por la Carta Magna del país. Una especie de museo dinámico que les sirve para expresar libremente su manera de ser.