Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.
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lunes, 4 de enero de 2016
viernes, 13 de enero de 2012
Voces desde una luz tórrida
Ayer mientras visitaba la
inagotable librería de Altair en Barcelona, me encontré con un libro que bien
vale la pena recomendar tanto por el prestigio de su escritor como por el
misticismo y la magia de una ciudad de Marruecos.
Me refiero a Las Voces de Marrakesh de Elias Canetti
Ese mismo día, mientras volvía en tren a mi casa de Figueres, casi devoré
el pequeño libro y por eso quiero
comentarles algunas primeras impresiones de todo ello.
Como todos sabemos,
Canetti fue Premio Nobel de Literatura en 1981 y para los que aún no lo sepan,
el escritor nació en el seno de una familia hispano – hablante (por origen
materno) de judíos sefardíes en Rustchuk (Bulgaria). Todos estos ingredientes
familiares lo llevaron a buscar algunos rastros del universo lingüístico
hispano a través de las laberínticas calles del barrio judío de Marrakesh en
1954.
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Elías Canneti- Marrakesh - 1954 . Autor de la imagen: desconocido |
El libro relata esas
impresiones a través de 15 relatos cortos, muy curiosos, perspicaces y
abundantes de información que, desde mi punto de vista pueden ayudar al viajero
actual a sumergirse en Marrakesh con un guiño clave de lectura. Canetti subraya
Marrakesh de una manera personal y auténtica sobre un mundo diferente.
A través de sus páginas
desfilan el mercado, el arte del regateo, el encuentro con los camelleros, la descripción de atmósferas que de tan
cotidianas, sorprenden por su significado, su importancia sobre esa sociedad.
"De mis paseos nocturnos por las callejas de la ciudad procuraba regresar por el Jemaa El Fna. Era extraordinario deambular por la plaza casi vacía. No quedaba ningún acróbata, ni bailarín, ni encantador de serpientes, ni tragafuegos" (pág 103)
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Plaza Jemaa El - Fna © Bruno Barbey |
"Me mezclé de nuevo con ellos y ahora si que comenzaron a agitarse de verdad. Por todas partes se apiñaban a mi alrededor, como si pudiera pasarme realmente desapercibida su decrepitud..." (pág. 65)
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© Bruno Barbey |
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© Bruno Barbey |
miércoles, 7 de julio de 2010
Tafraout, Bowles y la ruta de Tassemir
En una región del Antiatlas occidental marroquí tan hábilmente diagramada por la naturaleza, se encuentra ubicado el colorido valle de Ameln y en medio de todo ese esplendor natural, la pequeña ciudad de Tafraout que sólo se atreve a ser el centro administrativo de la zona.
Allí llegué una tórrida tarde de verano en busca de buenos paisajes, huyendo de la masificada y turística Agadir y para conocer más de cerca una región donde la cultura amazigh se expresa de la forma más ortodoxa desde la arquitectura de las casas hasta en el comportamiento de la gente.
Conmigo viajaba Cabezas verdes, manos azules de Paul Bowles que aparte de ser una rica y antropológica crónica de viajes de Marruecos, oficiaba de improvisada guía turística. Por ella me enteré que Bowles había estado allí en 1959.
El famoso escritor y viajero norteamericano había viajado en automóvil unos 1300 km. desde Tánger (donde vivía) para grabar en cintas ciertas músicas y ritmos que le habían interesado profundamente. Todo ello parecía ser parte de un gran proyecto de grabación de música marroquí subvencionado por la Fundación Rockefeller y que debían ser entregadas a corto plazo a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Por eso cuando arribó a Tafraout, inmediatamente se puso a explorar la región con mucho entusiasmo en busca de ritmos bereberes y gnawas. Las crónicas de este viaje se conocen en el libro como La ruta de Tassemir.
"Tafraout es un serracal, como las Bad Lands de Dakota del Sur a gran escala, con el valle de la Muerte de fondo. Las montañas son enormes jorobas de granito macizo, cuyas laderas están cubiertas de grandes peñascos cuyas crestas se recortan al ponerse el sol en un perfil negro como barbas de papel contra el cielo flameante..." (pág 202)
Allí llegué una tórrida tarde de verano en busca de buenos paisajes, huyendo de la masificada y turística Agadir y para conocer más de cerca una región donde la cultura amazigh se expresa de la forma más ortodoxa desde la arquitectura de las casas hasta en el comportamiento de la gente.
Conmigo viajaba Cabezas verdes, manos azules de Paul Bowles que aparte de ser una rica y antropológica crónica de viajes de Marruecos, oficiaba de improvisada guía turística. Por ella me enteré que Bowles había estado allí en 1959.
El famoso escritor y viajero norteamericano había viajado en automóvil unos 1300 km. desde Tánger (donde vivía) para grabar en cintas ciertas músicas y ritmos que le habían interesado profundamente. Todo ello parecía ser parte de un gran proyecto de grabación de música marroquí subvencionado por la Fundación Rockefeller y que debían ser entregadas a corto plazo a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Por eso cuando arribó a Tafraout, inmediatamente se puso a explorar la región con mucho entusiasmo en busca de ritmos bereberes y gnawas. Las crónicas de este viaje se conocen en el libro como La ruta de Tassemir.
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Tafraout - Marruecos |
"Tafraout es un serracal, como las Bad Lands de Dakota del Sur a gran escala, con el valle de la Muerte de fondo. Las montañas son enormes jorobas de granito macizo, cuyas laderas están cubiertas de grandes peñascos cuyas crestas se recortan al ponerse el sol en un perfil negro como barbas de papel contra el cielo flameante..." (pág 202)
"Cuando subes desde Tiznit cruzando el puerto, las primeras poblaciones de Tafraout que hay en la pista aparecen en la embocadura de un estrecho valle; surgen entre grandes peñascos de granito, debajo, o encima de ellos, las casas fortificadas dominan el paisaje." (pág 203 )
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Valle de Ameln - Marruecos "Es dificil reconciliar la complejidad arquitectónica de estos castillos de color rosa y blanco con el aire modesto de sus propietarios del norte..." (pág 203) |
"...del mismo modo que cuesta creer que esas espléndidas mujeres de túnicas negras que llevan sobre los hombros vasijas de cobre o capazos cubiertos de piel de becerro, puedan ser las esposas y hermanas de esos hombrecillos tan discretos. Pero es que a nadie se le ocurre que ese entorno salvaje y estos fortines sean la cuna de una cabila de tenderos." (pág 203)
"Cabezas verdes, manos azules" Paul Bowles. Alfaguara (cuarta edición - abril 2001)
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