Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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viernes, 5 de noviembre de 2010

La ciudad de los viajeros

Murallas - Kasba - Tánger - Marruecos
Supongo que es natural que un viajero busque la diversidad y que sea el elemento humano lo que contribuye más a esa impresión de diferencia. Si las gentes y su modo de vivir fueran iguales en todas partes no tendría mucho sentido desplazarse de un lugar a otro” afirmaba Paul Bowles en la introducción de Cabezas verdes, manos azules, libro escrito a mediados del siglo pasado en una ciudad que fue, a la vez, su fuente de inspiración y de adopción. Me refiero a Tánger.


Kasba - Tánger - Marruecos

Esta legendaria ciudad fundada por los primeros grandes viajeros del mar Mediterráneo: los fenicios, me trasmitió, cuando la visité, esa rara sensación de heterogeneidad que Bowles supo describir muy bien en ese libro mencionado antes:  mezcla del continente africano, árabes y europeos.
Tánger, verdadero imán para trotamundos, escritores y personajes extravagantes, vio nacer y morir, entre otros, al más grande viajero de la antigüedad musulmana: Ibn Battuta.

Cuaderno de viaje . Delacroix 1832
 La ciudad del Marco Polo musulmán fue también visitada por el pintor Eugène Delacroix quien atraído por los colores, no pudo resistirse a su luz tan mediterránea .
A partir de allí, Tánger se convirtió en una parada obligatoria para artistas poco convencionales y viajeros como William BurroughsJack Kerouac pertenecientes a la Generación Beat.
Pero también la visitaron otros tipos de viajeros camuflados de  embusteros, millonarios excéntricos, estafadores o trabajadoras sexuales. Pero eso ya es parte de otra historia. Quizás, más improvisada y subterránea que excedería los límites de esta nota.
Así con semejantes historias en la cabeza, me alojé en un melancólico y decadente albergue ubicado en la medina llamado en castellano: Pensión Victoria.
Y les confieso que lo único bueno (aparte de ser barato) que tenía era su terraza desde donde podía vislumbrarse el activo puerto de la ciudad.

El puerto desde la terraza de la Pensión Victoria - Tánger

O la intrincada arquitectura de la medina.

Medina - Tánger

Recuerdo que era todo un acto de audacia entrar a mi habitación. La pared de entrada se estaba quebrando y todas las mañana descubría varios ladrillos despedazados junto a mi puerta. Esa impresión de decadencia cargada de historia me envolvió por toda la ciudad durante el tiempo que estuve allí.

Ville Nouvelle - Tánger
Pero también descubrí, durante mis interminables paseos por las laberínticas callejuelas del casco antiguo, una ciudad pujante, viva, llena de mercados ambulantes y que busca renacer de su majestuoso pasado de viajeros ilustres y no tantos. 

La ciudad de los viajeros

Murallas - Kasba - Tánger - Marruecos
Supongo que es natural que un viajero busque la diversidad y que sea el elemento humano lo que contribuye más a esa impresión de diferencia. Si las gentes y su modo de vivir fueran iguales en todas partes no tendría mucho sentido desplazarse de un lugar a otro” afirmaba Paul Bowles en la introducción de Cabezas verdes, manos azules, libro escrito a mediados del siglo pasado en una ciudad que fue, a la vez, su fuente de inspiración y de adopción. Me refiero a Tánger.


Kasba - Tánger - Marruecos

Esta legendaria ciudad fundada por los primeros grandes viajeros del mar Mediterráneo: los fenicios, me trasmitió, cuando la visité, esa rara sensación de heterogeneidad que Bowles supo describir muy bien en ese libro mencionado antes:  mezcla del continente africano, árabes y europeos.
Tánger, verdadero imán para trotamundos, escritores y personajes extravagantes, vio nacer y morir, entre otros, al más grande viajero de la antigüedad musulmana: Ibn Battuta.

Cuaderno de viaje . Delacroix 1832
 La ciudad del Marco Polo musulmán fue también visitada por el pintor Eugène Delacroix quien atraído por los colores, no pudo resistirse a su luz tan mediterránea .
A partir de allí, Tánger se convirtió en una parada obligatoria para artistas poco convencionales y viajeros como William BurroughsJack Kerouac pertenecientes a la Generación Beat.
Pero también la visitaron otros tipos de viajeros camuflados de  embusteros, millonarios excéntricos, estafadores o trabajadoras sexuales. Pero eso ya es parte de otra historia. Quizás, más improvisada y subterránea que excedería los límites de esta nota.
Así con semejantes historias en la cabeza, me alojé en un melancólico y decadente albergue ubicado en la medina llamado en castellano: Pensión Victoria.
Y les confieso que lo único bueno (aparte de ser barato) que tenía era su terraza desde donde podía vislumbrarse el activo puerto de la ciudad.

El puerto desde la terraza de la Pensión Victoria - Tánger

O la intrincada arquitectura de la medina.

Medina - Tánger

Recuerdo que era todo un acto de audacia entrar a mi habitación. La pared de entrada se estaba quebrando y todas las mañana descubría varios ladrillos despedazados junto a mi puerta. Esa impresión de decadencia cargada de historia me envolvió por toda la ciudad durante el tiempo que estuve allí.

Ville Nouvelle - Tánger
Pero también descubrí, durante mis interminables paseos por las laberínticas callejuelas del casco antiguo, una ciudad pujante, viva, llena de mercados ambulantes y que busca renacer de su majestuoso pasado de viajeros ilustres y no tantos. 

miércoles, 7 de julio de 2010

Tafraout, Bowles y la ruta de Tassemir

En una región del Antiatlas occidental marroquí tan hábilmente diagramada por la naturaleza, se encuentra ubicado el colorido valle de Ameln y en medio de todo ese esplendor natural, la pequeña ciudad de Tafraout que sólo se atreve a ser el centro administrativo de la zona.
Allí llegué una tórrida tarde de verano en busca de buenos paisajes, huyendo de la masificada y turística Agadir y para conocer más de cerca una región donde la cultura amazigh se expresa de la forma más ortodoxa desde la arquitectura de las casas hasta en el comportamiento de la gente.
Conmigo viajaba Cabezas verdes, manos azules de Paul Bowles que aparte de ser una rica y antropológica crónica de viajes de Marruecos, oficiaba de improvisada guía turística. Por ella me enteré que Bowles había estado allí en 1959.
El famoso escritor y viajero norteamericano había viajado en automóvil unos 1300 km. desde Tánger (donde vivía) para grabar en cintas ciertas músicas y ritmos que le habían interesado profundamente. Todo ello parecía ser parte de un gran proyecto de grabación de música marroquí subvencionado por la Fundación Rockefeller y que debían ser entregadas a corto plazo a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Por eso cuando arribó a Tafraout, inmediatamente se puso a explorar la región con mucho entusiasmo en busca de ritmos bereberes y gnawas. Las crónicas de este viaje se conocen en el libro como La ruta de Tassemir.
Tafraout - Marruecos




"Tafraout es un serracal, como las Bad Lands de Dakota del Sur a gran escala, con el valle de la Muerte de fondo. Las montañas son enormes jorobas de granito macizo, cuyas laderas están cubiertas de grandes peñascos cuyas crestas se recortan al ponerse el sol en un perfil negro como barbas de papel contra el cielo flameante..." (pág 202)

    
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Cuando subes desde Tiznit cruzando el puerto, las primeras poblaciones de Tafraout que hay en la pista aparecen en la embocadura de un estrecho valle; surgen entre grandes peñascos de granito, debajo, o encima de ellos, las casas fortificadas dominan el paisaje." (pág 203 )   

Valle de Ameln - Marruecos










"Es dificil reconciliar la complejidad arquitectónica de estos castillos de color rosa y blanco con el aire modesto de sus propietarios del norte..." (pág 203)
                                






"...del mismo modo que cuesta creer que esas espléndidas mujeres de túnicas negras que llevan sobre los hombros vasijas de cobre o capazos cubiertos de piel de becerro, puedan ser las esposas y hermanas de esos hombrecillos tan discretos. Pero es que a nadie se le ocurre que ese entorno salvaje y estos fortines sean la cuna de una cabila de tenderos." (pág 203)










"Cabezas verdes, manos azules" Paul Bowles. Alfaguara (cuarta edición - abril 2001)