Desde el día que conoci por
primera vez la Costa Brava, nunca dejó de sorprenderme (junto con las arrolladoras y masivas urbanizaciones) su luz. Si le tenemos
que poner un color, podría decir que es blanca pura y, a su vez, tan voluminosa como en este rincón
costero de Catalunya.
Y en ese contexto,
precisamente en Cadaqués, la luz parece estar en un perfecto equilibrio con el
lugar, ataviado de montañas, mar y casas blancas.
Quiero aclarar, que no estoy descubriendo nada nuevo con lo
que digo. Salvador Dalí, Pablo Picasso, Joan Miró, Marcel Duchamps y
otros artistas, enamorados de su luz, encontraron grandes inspiraciones en esa blancura
tan mediterránea. Y muchos otros como yo simplemente la disfrutaron o la
disfrutan.
Quizás y como diría Josep Pla, esa luz se deba “l'aire de tramuntana”, este viento tan particular que
sopla con fuerza en la región y justamente el fin de semana pasado sopló con
mucha intensidad. “El aire de tramuntana –señalaba el escritor catalán – es literalmente
ideal, un clima tónico, vital, amable, prodigiosamente higiénico y purificado”.
Después del intenso soplido de la
tramuntana, el sábado pasado amaneció tal como lo describía Pla y yo me
encontraba en el lugar justo y el momento justo. Y por ello quiero compartir
con ustedes algunas imágenes de esos prolegómenos de luz tan matinal, entre las
6 y 7 de la mañana. Un pequeño momento de luz que vale la pena disfrutar con
una cámara.
Bar Casino |
![]() |
Iglesia de Santa María |