En el kilómeto 2120 comienza
oficialmente Siberia, que en lengua tártara significa “tierra dormida”. Parece
que los cedros y pinos no terminan nunca de pasar frente a las ventanillas. Cada
50 kilómetros las típicas casas rusas de madera rompen la monotonía y
agricultores, colonos o niños saludan nuestro paso.
Trenes de carga con madera de la taiga rusa. Tyumen, Rusia © Marcelo Caballero |
Entramos de lleno en la taiga rusa.
Viajamos 400 kilómetros para conocer Tyumen, la ciudad más vieja de Siberia y
capital del petróleo. Llevo muchos días sin escuchar castellano pero el milagro
ocurre. ¿usted es argentino? Pregunta alguien desde la puerta del restaurant
donde almuerzo. De inmediato me giro y una rubia muy atractiva se me acerca. “Lo
oí y recordé Buenos Aires” dice la mujer.
Larisa tiene 35 años y su historia
es la de muchas rusas que prueban suerte en el extranjero. Para poder trabajar
se casó con un argentino mucho mayor que conoció por correo y después de un año
se separó para regresar a su país. “ Viví en Mar del Plata y lo único que podía
realizar era tareas domésticas porque el pasaporte ruso no brinda muchas
garantías”.
Pronto, subo a otro tren que me
lleva a Omsk que en tiempos soviéticos era la ciudad de los exiliados. En el
tren conozco a una babushka, una abuela llamada Ludmila que no entiende nada de
lo que le digo pero descubro que soy buen actor y nos entendemos por señas.
Luego se me ocurre decir : Maradona y la mujer rie a carcajadas. Apenas piso en
andén de Omsk, Ludmila me lleva a su casa y ratifico una vez más la
hospitalidad del pueblo ruso.
La vedette de los “Mercadonas” rusos
El vodka es la gran vedette rusa. En
los supermercados de las grandes ciudades siberianas como Novosibirsk, hay más
góndolas con esta fuerte bebida alcohólica que alimentos. Pero lo que más me
llama la atención es la obsesiva sensación de estar vigilados. En cada super
trabajan decenas de vigilantes de yogures, fiambres y vodkas que parecen salidos
de la KGB.
Novosibirsk queda a unos 4.000
kilómetros de Moscú y denota una gran euforia capitalista. Por eso le dicen “la
Chicago de Siberia”. Luego en un bus local me dirijo a Akamdegodorok reputado
bunker de cerebros de la ex Unión Soviética.
Taiga en Akamdegorodok, Rusia © Marcelo Caballero |
La villa es un enorme predio de
verde taiga salpicado por numerosos departamentos universitarios. Allí conocí a
Irina Caxahehko que me cuenta que aquellos intelectuales rusos fueron
reemplazados después del colapzo de 1992 por una élite de expertos en informática
y la villa se convirtió en la Silicon Taiga.
La Perla de Siberia
El tren es inagotable como fuente de
amigos y de aventuras. Así, nos dirigimos a Krasnoyark, ubicada a unos 800 km. de
Novosibirsk
Krasnoyark, Rusia © Marcelo Caballero |
Con parte de esos amigos nos
dirigimos luego a Irkutz, a 1.000 kilómetros, una ciudad considerada la más turística,
cultural de Siberia.
Irkutz, Rusia © Marcelo Caballero |
De hecho, mis nuevos amigos rusos son senderistas
escaladores y junto a ellos nos vamos pronto a recorrer el Baykal, el lago de agua
dulce más grande del planeta.
Lago Baykal, Rusia © Marcelo Caballero |
Después de tantos kilómetros
recorridos, el tren se convierte en un viejo y entrañable amigo. Pero finalmente mi viaje por
Rusia se quiebra en la ciudad de Ulán Udé a pasos del límite con Mongolia.
Ulán Udé, Rusia © Marcelo Caballero |
En
Ulan Udé se respira un aire más asiático y no tan ruso. Y es allí donde decido desviarme hacia
el sur en vez de continuar hasta Vladivostock. Mi próximo expreso será el
transmongolian, un desprendimiento del transiberiano que atraviesa el corazón
del país del gran Genghis Khan.
Pero esa será otra historia.
Hasta el lunes!!
Cuánta tarea pendiente!!!
ResponderEliminarVeo que el verano no te ha afectado y estás igual de activo que siempre. Me alegro de retomar antiguas costumbres, tal como leer los blogs amigos. En cuanto tenga dos ratitos me pongo al día.
Un saludo.
Otro abrazo para ti y nuevamente bienvenida, Cata!!
Eliminar