Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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lunes, 30 de enero de 2017

Vibración del color, múltiples perspectivas


Una de las tendencias estéticas, bastante utilizada en la fotografía urbana contemporánea es el juego de múltiples perspectivas a través de reflejos.


(c) Melissa Breyer

 
(c) Pau Buscató

Una tendencia que, de alguna manera, formalizó Alex Webb con la incorporación del color en sus trabajos en los años ’80 y 90 del siglo pasado. Todo ello ha sido y es un terreno fértil de singular exploración compositiva.


(c) Alex Webb

En ese contexto, para los admiradores de esta estética, en bueno dirigir la mirada a la pintura que puede ofrecer variantes útiles de composición en el disfrute diario de esta práctica fotográfica.
Así emerge la figura de un pintor y dibujante bastante desconocido en la actualidad: Rafael Barradas quien desarrolló su pintura en Barcelona a principios del siglo XX.


(c) Rafael Barradas

Barradas de alguna manera, era un pintor de calle o callejero. 


(c) Rafael Barradas

Dibujaba escenas callejeras con una pincelada fugaz e instantánea. Y marcado por una voluntad impresionista, desarrollaba sus cuadros con una amplia gama cromática y multiplicidad de perspectivas.


(c) Rafael Barradas

De alguna manera, rompía con la perspectiva renacentista muy utilizada por la fotografía de calle clásica. Y le otorgaba mucho dinamismos a sus escenas impresionistas de los espacios públicos de Barcelona.


(c) Rafael Barradas

Este movimiento, poco conocido en la actualidad, que impulsó Barradas se denominó vibracionismo e intentaba plasmar la visión múltiple del objeto a través de fusión de colores primarios y secundarios y yuxtaposición de diagonales.


contra composición (c) Theo van Doesburg


Algo que también habló y mostró en esa época Theo vanDoesburg con sus contra composiciones (una fuente de inspiración para el trabajo de Sthepen Shore en su proyecto Uncommon places).


(c) Stephen Shore
Hasta pronto!






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viernes, 27 de enero de 2017

Paris alguna vez fue a color

París en el imaginario clásico de la fotografía urbana siempre fue y será en blanco y negro. La imaginería visual construida desde Atget, Brassai en adelante,  pasando por los fotógrafos humanistas y otros, recrearon una ciudad en monocromo. Maravillosa pero de tonos grises.
Pero como sucedió en los años ’50 del siglo pasado con Saúl Leiter y Ernst Haas en Nueva York o Fred Herzog en Vancouver; varios fotógrafos de calle coloristas se aventuraron por las siempre monocromáticas calles de Paris.  Y fue toda una aventura de composición.


(c) Peter Cornelius

Uno de los primeros y muñido con películas Agfa fue Peter Cornelius.


(c) Peter Cornelius

Todo ese trabajo que hizo en Paris entre 1957 y 1960 quedó reflejado en un impresionante libro llamado Couleur de Paris en donde las imágenes iban complementadas con frases de grandes poetas franceses.


(c) Peter Cornelius

La simbiosis entre fotografía urbana y poesía estaba asegurada.


(c) Peter Cornelius

Por otro lado, en 1954, el fotógrafo japonés Ihei Kimura hizo realidad su sueño de ir al extranjero y principalmente conocer de primera mano Paris.


(c) Ihei Kimura

Allí deambuló por las calles parisinas junto con Henri Cartier-Bresson y Robert Doisneau.


(c) Ihei Kimura

Cuenta la leyenda que, luego de unos cuantos paseos fotográficos, les confesó que no podía ver esa ciudad de otra manera que no fuera a color. Y eso los sorprendió ya que Kimura era uno de los más importantes fotógrafos japoneses de posguerra en blanco y negro.


(c) Ihei Kimura



Algo de todo ese formidable trabajo se puede conocer en Afterimage of Paris 1950s de reciente publicación.


(c) Ihei Kimura
Hasta pronto!



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lunes, 23 de enero de 2017

Planos inesperados y el rojo en movimiento



Entrar en el mundo del cineasta japonés Yasujiro Ozu es como adentrarse en un manual único del buen uso fotográfico. En ese sentido, deseo centrarme,  en estas líneas,  en los últimos años de su vida donde llegó a experimentar en sus films con el color de una manera extraordinaria impulsado por el director de fotografía Kazuo Miyagawa y seguido por Yuharu Atsuta.


Equinox Flower 1958

Como siempre digo, los planos inesperados siempre sorprenden y le dan un plus a la composición. Ozu en sus películas utiliza, en muchos casos,  los planos picados con objetivos cortos (en general 50 mm.) y sin uso de zoom o traveling. 


Late Autumn (1960)

El movimiento es, en ese sentido,  propiedad exclusiva de los personajes del film.


Floating Weeds (Ukigusa) 1959 

Arsuta le explica a Wenders en Tokyo- Ga que la forma de colocar la cámara casi al ras del suelo es para planos largos y algo más elevada para planos más cercanos, con el uso de un trípode ideado por el propio Ozu.





También me llama la atención el uso de bodegones, escenas sin gente; 



Equinox Flower 1958


Planos vacíos que Ozu utiliza como elementos de transición para conectar distintas narraciones visuales. 



Floating Weeds 1959

De esa manera, prescinde del fundido negro o encadenado muy propio del cine occidental.



Equinox Flower 1958

El uso de estos bodegones es, desde mi punto de vista, muy de la fotografía fija y me trasmiten una poética de lo efímero cargada de melancolía, perdida. Y aquí el color y especialmente el rojo, le otorga un plus que lo envuelve todo.



Floating Weeds 1959

Y en ese juego, el rojo se comporta como un ingrediente fundamental en esas películas que rodó Ozu al final de su vida.



Floating Weeds 1959

El cineasta japonés era un obsesivo de la búsqueda de ese color primario,



Late Autumn 1960

 y encontró en la película Agfa, el color rojo adecuado para sus fines estéticos: más pastel y, a su vez, con tintes pictóricos que me recuerda a la estética de Fred Herzog.



Vancouver 1968 (c) Fred Herzog


"Empecé a comprender lo que es una película en color - escribió en sus memorias, Ozu - cuando debes darle el tipo adecuado de luz a un cierto color para que aparezca en el film tal como lo ve el ojo. Si filmas dos colores diferentes con la misma luz, uno de los dos no destacará, así que tienes que decidir cuál es el color que no te interesa"



Floating Weeds10 (1959)

Por último, los dejo con una recopilación de escenas de sus films a color que vale la pena soborear y que los estimulará a conocer más en profundidad la obra de Ozu, un poco desconocida en el mundo actual.





Hasta pronto!





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miércoles, 18 de enero de 2017

Un delicado ejercicio de equilibrio

Nunca me ha gustado quedar atrapado en la semejanza representativa del entorno mostrada literalmente en una fotografía.
No niego este tipo de imagen. Todo lo contrario. El tema es que me inclino, como a muchos nos pasa, hacia la abstracción en las escenas callejeras.

(c) Trent Parke

En ese sentido, en blanco y negro la abstracción es mucho más fácil y contundente.


(c) Charles Harbutt

 Pero con el color, la cuestión compositiva se pone más cuesta arriba ya que estamos acostumbrados a ver color en el mundo que nos rodea y hacer abstracción de todo ello requiere de un delicado ejercicio de equilibrio entre líneas, formas, fondo y por supuesto, color.

Sin título
de mi proyecto Colores Humanos



Por eso me gusta tanto la fotografía urbana, ya que me lo tomo como un ejercicio diario de abstracciones de todo tipo que me lleva a transformar lugares comunes e instantes cotidianos en escenas extraordinarias.


Sin título
de mi proyecto Colores Humanos

Veamos el poder de la abstracción en el siguiente video que incluye a los finalistas y ganadores del reciente Miami Street Photography Festival 2016



Hasta pronto!


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lunes, 16 de enero de 2017

La historia no siempre ocurre así

Nos relacionamos en horizontal, nos desplazamos en horizontal y, en general,  las imágenes (tanto móviles como fijas) nos narran historias tal como las vivimos: en horizontal.

(c) Boris Savelev

Pero cuando la historia se sucede en vertical como nos muestra un maestro de la fotografía vertical como Boris Savelev, se entabla otra historia.


(c) Boris Savelev

De esa manera, comenzamos a desplazarnos sigilosamente entre líneas repentinamente cortadas, recorridos inverosímiles, texturas irregulares y colores mínimos.


(c) Boris Savelev

La compleja relación entre fotografía y verticalidad nos lleva al interior de una imagen como si se tratara de un reducto propio, nuevo,  poco explorado del lenguaje visual.


(c) Boris Savelev

Y en esa dinámica interna, la mirada de autor cobra otra dimensión, más imaginada, más ficcional.


(c) Boris Savelev


La verticalidad, de alguna manera, nos introduce en una historia no contada en su totalidad y en ese “riesgo provocado” se encuentra mucho del misterio de una buena fotografía.


(c) Boris Savelev


Quizás, allí, en ese mundo, radica el magnetismo de ciertas imágenes que no podrían ni quieren relacionarse en horizontal:  en el mundo que normalmente vivimos.

Hasta pronto!



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miércoles, 11 de enero de 2017

Fotógrafo explorador, viajero, turista



Me gusta mucho cuando algún libro interesante llega a tu vida en el momento adecuado. Algo de ello me pasó hace poco con un clásico de Marc Augé: El viaje imposible. El turismo y sus imágenes. Un libro que habla, en general, sobre la programación industrializada de los viajes, el turismo estereotipado, los exploradores sin mapas, el turista consumidor y, un largo etc.

(c) Martin Parr

Pero lo más interesante, es que me estimuló a reflexionar sobre el comportamiento del fotógrafo urbano contemporáneo cuando visita una nueva ciudad.
En ese sentido, los fotógrafos no somos extraterrestres que vivimos ajenos a ese turismo estereotipado. Todo lo contrario, estamos inmersos en él y, a lo sumo, algunos enfilan sus cámaras hacia la lectura visual de ese fenómeno como hace Martin Parr.


(c) Martin Parr

No obstante, la mayoría, nos comportamos como simples fotógrafos turistas aunque nos gustaría ser un poco exploradores o,  por lo menos, viajeros.
Pero hablemos un poco sobre este rollo de fotógrafos exploradores, viajeros y turistas que tanto me interesa hablar aqui.
Siguiendo la lógica de Augé, un fotógrafo urbano explorador se interesa por lo nuevo. Intenta descubrir mientras deambula libremente, sin prejuicios por los espacios públicos. No tiene imágenes previas y le encanta enfrentarse a realidades desconocidas. Aunque la esencia se debe mantener, normalmente esta expectativa fotográfica es una utopía, un ideal en el mundo contemporáneo con tanto tsunami visual.

(c) Martin Parr


Por eso, nos tenemos que contentar con la idea del fotógrafo urbano viajero a quien ya no le atrae lo desconocido o lo inexplorado. Sino que tiene una imagen de lo que se va a encontrar. Ya posee una idea, ha construido una imagen y vive su viaje en un futuro anticipado.
Sin embargo, casi todos estamos insertos en el tópico de: el fotógrafo urbano turístico quien viaja entre dos imágenes. Con la imagen que le han presentado que le anticipa los espacios públicos a los que se traslada. Y las imágenes que tomará para contar ese mismo lugar.


(c) Mark Cohen

 Y aquí me quiero parar un rato:  en general, el turista no llegará a ver tan bien los lugares como los puede ver un local. En este sentido, nadie observará mejor la ciudad que un fotógrafo local. Por eso, el valor de lo cotidiano tiene mucha importancia en la fotografía urbana contemporánea. O por lo menos, un camino fértil a seguir.

 Hasta pronto!


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lunes, 9 de enero de 2017

Nuevos escenarios, nuevas realidades


Las recientes fiestas,  días de breves viajes, vacaciones, amigos y familia, me ayudaron a reflexionar sobre un tema que me ronda por la cabeza desde hace un tiempo: y trata sobre el imaginario que los fotógrafos urbanos contemporáneos construyen de sus ciudades.
Me he tomado algo de ese tiempo festivo para observar que, en este tsunami visual en que vivimos, muchos entusiastas de este tipo de fotografía, van siempre a los mismos lugares, a los mismos escenarios. No buscan realidades nuevas.
En ese sentido se va construyendo un imaginario ficcional, “un espejismo preconcebido” de esa ciudad que no se entiende verla de otra manera. Tomemos el ejemplo de Barcelona y Madrid.

Paseo Marítimo, Barcelona (c) Vladimir Virgus

Parece que Barcelona es Barcelona si haces fotografías en La Rambla, en la Boquería, en la Barceloneta o en el Passeig de Gracia. 

Passeig de Gracia, Barcelona (c) Marcelo Caballero


Madrid no será Madrid si no haces imágenes en La Gran Vía o en la Puerta del Sol.

la clásica fotografía de Francesc Catalá Roca sobre el escenario actual de la Gran Vía, Madrid (c) Kamal Bagirli

Realmente estoy muy cansado de ver lo mismo de siempre en los mismos lugares, escenarios que se ayudaron a construir, de alguna manera, a partir de los años ’50 del siglo pasado de la mano de grandes fotógrafos como Francesc Catalá Roca y sus amigos generacionales.


La Rambla, Barcelona 1957  (c) Leopoldo Pomés

Mucho tiene que ver que,  esos escenarios que utilizamos muy a menudo la mayoría de nosotros para fotografíar, van de la mano del atractivo turístico que ayudó a solidificar este tipo de discurso fotográfico.
Creo que uno de los grandes desafíos de las nuevas generaciones de fotógrafos urbanos es salir de ese círculo vicioso y progresar por otras latitudes urbanas: ir a la periferia, recorrer otros escenarios que muestren otras realidades.
El fotógrafo urbano contemporáneo tiene  que salir sin ideas preconcebidas y dejarse llevar por lo que se aparece ante él,  “sin espejismos preconcebidos” que te lleven siempre a los mismos lugares y no te ayudan a "descubrir": un verbo que es la esencia del deambular urbano.

 Hasta pronto!



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