Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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lunes, 12 de julio de 2010

Un americano en Segovia

A veces, determinadas fotografías se fijan de tal forma en el imaginario colectivo que se convierten en una especie de carta de presentación de una ciudad, de una región o de una época.
Ejemplos sobran. En este momento recuerdo París y El beso de Robert Doisneau, la niña afgana de Steve McCurry,  la Cachemira de Cartier Bresson, el Marruecos de Bruno Barbey o el Che Guevara de Korda por citar algunos.
Los caminos que llevan a que una imagen se consolide en la memoria visual más allá de las modas sigue siendo un misterio. Quizás, si discerniéramos cada uno de sus factores podríamos encontrar algunos aspectos que nos ayudaría a comprender algo de este fenómeno: libros publicados, exposiciones, difusión mediática, conferencias. Pero todo ello, en conjunto, no es una fórmula concreta que pueda explicar como una determinada fotografía o un grupo de ellas quede fija en el imaginario y que logre construir determinado simbolismo de un lugar.
Quizás esas imágenes tan representativas, hacen que percibas el mundo de una manera u otra. A mi me pasa esto muy a menudo. Y en especial con lugares que aún no conozco donde ciertas imágenes construyen poderosamente mi imaginario visual.
Un ejemplo de ello fue Segovia. Antes de conocerla, había visto muchísimas fotografías de esta ciudad y casi todas, de algún modo, se relacionaban con el fabuloso acueducto romano construído allí hace casi 2.000 años. Las típicas postales de siempre. Pero había una de ellas que se fijó en mi mente más que otras y era la que se reproduce aquí abajo, captada en 1997 por James Stanfield, habitual colaborador de National Geographic.


Deduje a partir de ella que el reconocido fotógrafo norteamericano la había captado con la ayuda de un teleobjetivo desde algún lugar más o menos alto desde afuera del casco antiguo. Luego de buscar en mapas y hurgar información por Internet  llegué a la conclusión que no había edificios muy altos alrededor ya que toda esa área aledaña al acueducto es zona protegida por ser este último un Patrimonio de la Humanidad. Entonces no cabía pensar en otra posibilidad que Stanfield había sacado esa foto dede el campanario de una iglesia.

El campanario desde el acueducto
 
Lo primero que hice apenas llegué a Segovia, fue dirigirme al acueducto y desde allí me dí cuenta en seguida que el lugar posiblemente fuera la Iglesia de San Justo (a su alrededor no había ninguna con un campanario más alto).
Era casi de noche y decidí alojarme por la zona. Con mucha suerte encontré una casona del siglo XIX restaurada que se los recomiendo: el hostal Don Jaime, ubicada a escasos metros de esta antigua iglesia románica.
A la mañana siguiente, bien temprano fui a visitarla pero aún se encontraba cerrada. Caminé un poco por los alrededores y encontré a un hombre que regaba las plantas de un jardín y se presentó como Rafael, el cuidador de la parroquia.
Luego de los saludos iniciales, le pregunté si era posible subir al campanario y me respondió que no. Ya que estaba en muy malas condiciones y la mampostería aún no había sido restaurada. Y agregó que hacía unos cinco años que estaba cerrado y no sabía si lo iban a arreglar.
Entretanto,  Rafael gentilmente abrió la iglesia para que la conociera.

  Durante el paseo y mientras oficiaba de guía, le hice la siguiente pregunta:
- Rafael, usted que hace tanto que trabaja aquí ¿ sabe de algún fotógrafo extranjero importante que hubiese subido al campanario?

Rafael

- Claro, hombre – me señaló ansioso por contar la historia – hace unos 10 años o más estuvo por aquí un inglés, creo. Era de esta revista..como se llama…National Geographic. Lo recuerdo bien porque esa noche era de perros. Había una tormenta!!!…estuvo como tres horas allí arriba hasta cerca de la medianoche. Pensaba en ese momento que la lluvia y el viento se lo podrían haber tragado. Me preocupó mucho porque estaba solo. Luego se fue y no lo volví a ver.
La visita por el interior de la iglesia bien valió la pena. En el ábside se encuentra una importante serie de murales del período románico (siglo XI y XII) que fueron descubiertos hacía pocos años.






Mientras mirábamos absortos dichos murales reflexionaba en Stanfield y en aquella tormentosa noche. Pero también pensaba en que ya no era posible hacer una fotografía desde esa perspectiva en el campanario.

El campanario y la iglesia de San Justo. Al fondo el acueducto

5 comentarios:

  1. Gracias César..bienvenido al blog!!

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  2. Marcelo,
    En el mismo año 1997 o quizá el 1998, no recuerdo, yo hice una foto prácticamente idéntica. Se tiene una vista muy parecida a la de la iglesia desde la escalera de incendios de un hotel cercano. No recuerdo el nombre, pero al estar alojado allí no me pusieron ninguna pega para hacer la foto. Estaba haciendo un reportaje de las Ciudades Patrimonio de la Humanidad.

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  3. De hecho, mi foto fue doble página en un reportaje de la extinta revista Península.

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  4. Que bueno, Rafa!! me habría gustado ver esa imagen tuya....cuando puedas, si la tenes escaneada, me gustaría verla!! y gracias por esta información

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